miércoles, 6 de octubre de 2010

La sorpresa

Llamaste a primera hora de la mañana, despertándome, yo pensé en matarte por teléfono... No sé, mandarte a un matón a sueldo o algo por el estilo, porque no era normal la hora de tu llamadita, sabiendo que yo nunca madrugo... Pero en cuanto reaccioné un poco, cambié las ganas de matarte por la sonrisa tonta de una enamorada.
"En 15 minutos estoy ahí"... No habías ni colgado y yo ya estaba dando un salto enorme para salir de la cama corriendo y meterme en la ducha, para que me diera tiempo a arreglarme un poco y no me piyaras con los pelos de recién levantada. Mientras me duchaba iba pensando cómo si normalmente tardo una hora en estar lista, o incluso más, iba a conseguir estar decente en tan solo 15 míseros minutos.
Salgo de la ducha, me pongo lo primero que piyo del armario, porque claro, con el poco margen de tiempo que tengo, no puedo ni permitirme el lujo de quedarme mirando como una boba el armario deciciendo... (Aquí viene mi secreto... Lo primero que piyo, viene siendo un modelito preparado para casos de emergencia que como toda mujer tengo, en el que tienes que estar ideal, pero sin que parezca que llevas media hora preparándote... (Si supierais que en realidad ese modelito tardé 3 días en elegirlo...)) Eso sí, ¡iba ideal!... Mientras termino de vestirme, voy viendo el desastre que tengo por casa... ¿Cómo voy a recibirle así?... Va a pensar que soy un desastre...
Me quedan como 6 minutos... Aún sin maquillar y sin recoger la casa... Voy metiendo todo lo que piyo a mi alrededor por cajones, armarios, escondiendo las cosas detrás de los muebles... Todo vale para que parezca que está ordenado.
Vale, estoy vestida, maquillada y la casa está decente...Y aún me sobra como un minuto, pero antes de que acabe, tu ya estás llamando a mi timbre... Voy hacia la puerta como buenamente puedo, las piernas empiezan a jugarme malas pasadas, noto como intentasen quedarse quietas mientras mi cerebro las ordena moverse; es algo raro si te paras a pensarlo detenidamente, pero como no tengo tiempo ni para pensar, dejaré este tema para otra ocasión.
Me acerco a la puerta, la abro y le veo, con cara de preocupado... Estaba como si se le fuera a salir el corazón (aunque por un lado es algo bueno, lo tendría en mis manos para que nunca me dejara sola). Le miro y le pregunto que qué le pasaba, que a qué se debían tantas prisas por verme, que no eran horas, bla bla... Empiezo a hacerle una ronda de preguntas, mientras veo como su cara de nerviosismo va en aumento y como si de una cámara lenta se tratase, se acerca a mi para callarme con un beso. ¡Buena respuesta!
Se aleja un poco y cogiéndome de las manos me empieza a decir lo importante que soy para él. Noto como los colores se me van subiendo, mientras me acuerdo de la fantástica idea de una amiga de poner una lamparita de luz roja en el recibidor, para en momentos como este, que no te delaten los colores. Pero claro, el problema está en que mientras el se me está declarando, yo no puedo dejar de pensar en la dichosa lámpara roja...
Y... ¿Qué haces cuando te declaras a alguien y notas que no te escucha, que está como ausente y que le da igual lo que tanto te está costando decir?... Dices adiós, te das la vuelta y te vas... Pues eso es lo que me ha pasado a mí con el que estoy segura, hubiera sido el amor de mi vida.
Creo que para el resto de mi vida me acordaré de la "sorpresa" que me dio.

1 comentario: