lunes, 27 de septiembre de 2010

La luz

Y estás como ausente, porque en realidad no estás...
Estoy ya en la cama, apunto de dormirme, cierro los ojos y está todo oscuro, una luz al final empieza a cegarme. Sigue la luz, sigue la luz, es como si alguien me susurrara al oído qué hacer. Abro los ojos, miro a los lados, no hay nadie y los vuelvo a cerrar. Está todo oscuro y de pronto, esa maldita luz de nuevo vuelve a aparecer para volver a cegarme. Es una sensación rara, la luz tiene ligeros matices de colores claros, donde puedo distinguir caras, es como si estuviera muriéndome y viera caras de gente que estuvo, está o estará en mi vida. Voy a decidir seguir la luz, igual puedo ver más de cerca esas caras, recordar quienes son o averiguar quienes serán.
Un ruido rompe la calma y la tranquilidad que se respira a mi alrededor. Abro los ojos, no puedo seguir la luz con la incertidumbre de qué ha sido lo que ha provocado este ruido...
¿Qué diferencia hay entre tener los ojos abierto o cerrados? Sigo viendo una luz, pero esta vez como más brillante y sin caras... El brillo de la luz comparte espacio con un tono verde. Me empiezo a poner nerviosa, ¡Que alguien me explique, por favor, qué esta sucediendo!.
Veo una cara acercándose a mi, me habla, o al menos eso creo, porque no oigo nada. Acaban de tocar mi mano, que sensación más rara, es como una caricia fría, parece que estuviera en llamas, creo que duele, o quema, o no sé, no sabría describir la sensación.
¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Alguien me escucha?
Esto empieza a ser desesperante, nadie viene a decirme nada, como si no existiera, quizás sea una sombra para los demás. Ya no veo luces brillantes, ni colores verdes, ni esa cara que no reconozco, ni noto una mano tocando la mía... No sé que está pasando, pero no me gusta nada...
Cierro los ojos, cuanto menos piense, menos me agobio y cuanto menos me agobie, más me relajo. Intento envolverme entre las sábanas, pero no puedo, es como si estuviera paralizada, pero no pasa nada, total, no tengo frío...
Y otra vez igual, luz y más luz, caras y más caras. Aunque espera, esta vez no todo es igual, veo una mano que agarra mi mano, tira de mi y yo comienzo a andar... La luz cada vez es más brillante, cada vez más intensa y yo cada vez veo menos. No diferencio las manos, es como si se hubieran separado de mi cuerpo.
Oigo un pitido que se va haciendo más fuerte a medida que la luz se debilita, es como si se hubieran puesto de acuerdo en convertir este momento en una eterna agonía, porque no parece que esto vaya a acabar nunca.
No hay pitido, no hay luz, son todo sombras... Estoy perdida... Y ahora es cuando te pregunto que si tu vendrás a salvar mi alma, porque yo ya no existo, yo estoy muerta, pero te vigilo, te cuido, te sigo... Donde tu vayas, yo estaré, pendiente de cada paso que des.

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