jueves, 28 de octubre de 2010

Sin sacrificios, no hay victorias

Querría empezar mencionando la gran labor de los médicos, los arquitectos, los barrenderos, los ingenieros, los bomberos, en fin, todas las posibles profesiones que existan, porque su labor es tan importante como la de un militar y no se debería menospreciar ninguna. Pero bien quiero decir, que sintiéndome en mi libre poder de expresión, alabo a los militares porque me siento orgullosa del servicio que las Fuerzas Armadas prestan a este país. Envidio el valor y el coraje que tienen al alistarse al ejército, sin saber cuál será su destino. También es verdad, que muchos soldados se unen al ejército como una fácil salida profesional, pero no saben que no es oro todo lo que reluce y algunos no son capaces de siquiera aguantar el campamento militar.

No hay que sentirse culpable ni muchísimo menos de la muerte en acto de servicio de un militar, puesto que no es culpa nuestra su decisión de dar la vida por su país. Pero lo que mucha gente no sabe, es que excepto unos cuantos jóvenes alocados que buscan experiencias y dinero, nadie va por gusto a una misión de guerra. Morir no es plato de buen gusto para nadie, pero ellos deciden que de morir, prefieren hacerlo con orgullo y honor por su país, por unos ideales en los que creen. Y ahora, preguntaros en qué otro trabajo te dan una orden y la cumples antes de preguntar siquiera el motivo. En todas las profesiones se pagan las guardias y las horas extras, pero nadie sabe que un militar que se marcha de maniobras (obligatorias, todo hay que decirlo), cobrando menos que un jóven en un par de horas poniendo copas y las guardias las hacen "por amor al arte".

Desde luego, cada uno le da la importancia que quiere a cada cosa en esta vida. Unos valoran más la labor de un médico, otros la de un bombero y otros la de un policía; pero ¿Porqué no dar valor a la labor de los militares? También hacen un bien común para todos.

Un militar no da la vida por ti, pero jura por su bandera, en caso necesario hacerlo y puedo decir, conociendo a personas que de verdad han dado su vida por España, que tanto para ellos, antes de morir, como para sus familias, no existe orgullo mayor que saber que han hecho lo que debían, como habían jurado. Personas muy cercanas a mi, han expuesto sus vidas por aquello en lo que creen, sabiendo que otros no valoran su labor y menosprecian su trabajo. 

Si ahora alguien quiere escribir sobre la labor de los médicos, los ingenieros, o incluso los toreros, que lo haga, que yo lo respetaré. Cada persona es libre de alabar a quien quiera. Solo espero que no entremos en guerra un día, porque de ser así, todos aquellos que dicen "yo no he pedido que des tu vida por mi", suplicarán al ejército español que vaya a defender esta nación.

‎"Solo merece vivir quien por un noble ideal esta dispuesto a morir".
"El militar no se pertenece a si mismo, su pensamiento, su voluntad y su vida, están dedicados al servicio de la patria".

miércoles, 27 de octubre de 2010

Los militares

Es sacrificio, entrega incondicional, obediencia, honor, lealtad, silencio, disponibilidad y constancia.

Esa sensación, ese escalofrío que te recorre el cuerpo, ese momento en el que escuchas los cañones disparar, los caballos relinchar y el himno sonar. Un momento de silencio total, un respeto que hacia nada más se tiene por igual. ¡A mi me hace estremecer...!


Que manía tiene la gente con desprestigiar a aquellos que se despiertan por y para España, aquellos que sin dudarlo un instante, darían su vida por su patria, que si tienen que dejar a su familia atrás, lo hacen, todo sea por el bien de la nación. Besan su bandera, juran con honor y con orgullo defender España hasta el final, independientemente de que vayan vestidos de verde, azul o blanco, con más o menos insignias, o con gorras o boinas.


Luchan por su territorio, porque siga siendo lo que es, una nación libre, de igualdad y libertad. Sienten los colores rojo y oro, los llevan tatuados a fuego en su sangre. No importan los rangos, no importa la edad, no importa la condición, todos sienten por igual, todos ansían lo mismo y todos viven por la misma doctrina, el militarismo. Disciplina es lo que les enseñan, valores los que siguen y dureza es en lo que se convierte caminar.
Todo el mundo se piensa que es un trabajo fácil, que no corren peligro y que están locos... Pero que le digan eso a las numerosas familias que han perdido a alguien... A los niños que han vuelto del colegio y no han visto más a su padr y las mujeres que esperan en casa a que vuelvan sus maridos y quien vuelve es su superior con la bandera en las manos como señal de luto.


Cuántas guerras olvidadas... Cuántas bajas causadas... Cuántas ciudades en ruinas, con personas llorando en cada esquina... Cuántos héroes dejados al olvido... La gente no ve más lejos de lo que les interesa. Parece que sólo quieren ver las atrocidades que por un motivo u otro, el ejército ha cometido, pero no se dan cuenta que no son los soldados españoles los culpables de esas atrocidades, sino los cargos que están por encima de ellos, los políticos que intentan hacer un mandato mejor. Que nadie va a la guerra por vicio, sino por un motivo; nadie dispara un arma sin remordimiento, pero es en ese momento cuando la sangre fría te tiene que hacer decididir si es el soldado del bando contrario o quizás tu madre.


Ahora si me preguntas si valoro la labor de los militares, si siento orgullo cuando los veo pasar, si me emociono al escucharles hablar o si yo misma sería militar... No dudaría mi respuesta ni por un segundo. Valoro cada mínimo movimiento que hacen, me emociona el simple hecho de ver un uniforme, de saber que ellos si que tienen lo que hay que tener para alistarse al ejército y arriesgar su vida y sonrío cuando los veo desfilar en unidad.



"Si en el frente os encontráis a un soldado mal afeitado, sucio, con las botas rotas y el uniforme desabrochado, cuadraos ante él, es un héroe, es un español..."
Jürgens - General de Artillería - Comandante General del XXXVIII - Cuerpo de Ejército de la Wehrmacht


"Este es el sacrificio
del que tanto le había hablado
es la frontera entre los débiles y los fuertes
entre ser civil y soldado"

sábado, 23 de octubre de 2010

Educación

El otro día iba en el metro sentada, leyendo un libro, de camino a clase y como suele ser normal, en ciertas paradas se llenan los vagones. No habían casi ni cerrado las puertas para volver a ponerse en marcha, cuando una mujer bastante entrada en edad (igual tendría sus 80 años, pero se la veía en un perfecto estado físico) me da en el hombro un toquecito y me pregunta que si no tengo intención de levantarme para que ella se siente y que vaya educación la de los jóvenes de hoy en día, que a saber cómo serían nuestros padres que no nos enseñaban a actuar respecto a las personas mayores.

Me levanté, diciendo un "disculpe, señora, siéntese" y seguí leyendo mi libro sin inmutarme lo más mínimo, hasta que volvió a llamar mi atención la forma en la que hablaba de los jóvenes con otra señora que se había sentado a su lado. "Son unos desvergonzados que no tienen educación, ni respeto alguno por las personas mayores. De haber nacido hace unos 40 años, estarían en el colegio aprendiendo cosas útiles y no las tonterías que les enseñan hoy en día".

Muy bien eso de criticar a la juventud imperfecta que hay hoy en día, nos culpan de nuestros fallos, como si ellos no hubieran sido los causantes de ello. Una falta de disciplina, un respeto que no se muestra, mil cosas que se podrían analizar.

Si quizás esa señora hubiera enseñado a sus hijos a como educar a los suyos, no estaríamos ahora mismo en esta situación de falta de una buena educación. Padres que confían sus hijos a la mejor guardería, creyendo que por unos cuantos cientos más de euros, van a salir personas más educadas, respetuosas y honradas. No sé quién va peor desencaminado, si esos padres que no saben educar a sus hijos o esos hijos que no saben escuchar los consejos vacíos de sus padres.

jueves, 21 de octubre de 2010

Una cría...

Y sabes perfectamente que no deberías hablar, que no deberías decir lo que dices y que no deberías actuar como actúas... Pero al fin y al cabo, sólo se vive una vez. No te andes con tonterías, no te calles lo que piensas y no hables si no quieres.
Tú decides el cómo, cuándo, dónde y porqué... No dejes que nadie lo haga por ti.
Naces, te cuidan. Creces, empiezas a ser suficiente. Te haces mayor, tu cuidas a alguien. Mueres y ya no existes. Tienes 365 días al año y una media de unos 80 años para hacer lo que te da la gana. Para decidir cómo vivir y para compartir buenos ratos con quien tu quieras.
Sé una niña cuando te toque serlo, que ya tendrás tiempo de ser adulta. No dejes que porque otros te llamen cría, te hagan madurar más rápido de lo que deberías, porque sólo serás una niña una vez y no tendrás opción a volver a serlo. Ya tendrás ocasión de demostrar tu madurez a lo largo de tu camino muchas veces.
Disfruta siendo pequeña, valora las pequeñas cosas que te hacen feliz, sonríe hasta por ver una mosca pasar... Porque a medida que pasen los años, las pequeñas cosas dejarán de hacerte feliz, empezarás a ver que para la felicidad te hacen falta más cosas, te olvidarás de los pequeños detalles y no te reirás nunca más al ver una mosca pasar.

martes, 19 de octubre de 2010

Mi facultad

Quisiera describir el sitio donde más horas al día paso, ese sitio donde nunca quiero ir, de donde es imposible salir feliz, sí, hablo de mi facultad, la tengo taaaanto cariño...
Algunos lo llaman "La cárcel" y nunca mejor dicho, si te fijas, mires por donde mires, son todo barrotes... Dan una imagen pésima al edificio, que si lo comparas con los que hay alrededor, deja mucho que desear. Unos se enorgullecen teniendo un caballo y unos pequeños jardines para poder hacer bien las quedadas para beber, otros tienen edificios super modernos con las últimas tecnologías... Pues nosotros... ¡Nosotros tenemos barrotes! ¿Algún problema?
Nada más entrar puedes sentir el frío que transmite ese lugar...Espacios muy amplios, todo gris, colores feos para marcar las plantas, escaleras por todos lados, carteles colgando de a saber donde, escritos por paredes como actos de rebelión, colillas apuradas por los suelos de estudiantes agobiados, restos de comida en cada esquina, en fin, es lo menos parecido a un lugar para el perfecto estudio.
Pero me adentraré más en la parte que de verdad me afecta, las clases... Hablo de la mía de este año, puesto que tampoco es que haya visto demasiadas más... Si la comparo con la del año pasado, es como una cámara de gas para judíos (no quiero herir la sensibilidad de nadie), mucha gente, poco espacio, mesas incómodas, micrófonos que no se escuchan y pintadas... Yo creo que no quieren que vayamos a clase o algo así, si no, de verdad que no lo entiendo. Entiendo que los presupuestos que destinan a las Universidades públicas, sean tan bajos, que ni pueden pagar a veces buenos profesores; pero algunas veces, hay cosas que ya es demasiado... Agujeros en el techo, calefacciones que no funcionan, baños siempre averiados, puertas que no abren, ascensores que no suben... Pero todas esas clases de cosas que hacen que sea una facultad maravillosa.

lunes, 18 de octubre de 2010

La puta realidad

Notas como de repente nadas en un mar de lágrimas, bueno, nadas, buceas, te ahogas, lo que tu prefieras... Te encierras en tu rincón, en el recoveco que hay debajo de la mesa donde nunca nadie te encuentra, puedes llorar, gritar, que nadie te escucha, estás tu sola, como tu querías.
Te pones la música super alta, no quieres saber lo que pasa a tu alrededor, solo quieres llorar. Así que, para qué esperar más tiempo... ¡Rompes a llorar! Una lágrima, tras otra, es como un cuento sin final. Cuanto más lloras, más ganas sientes de seguir llorando y notas como la rabia se apodera de ti. Ya no lloras por el motivo por el cual empezaste; lloras por todas esas cosas que se han ido acumulando, la gota que colma el vaso, como se suele decir.
En tu rincón te sientes una princesa conquistando territorio, nada te frena porque no hay nada, ni nadie. Cierras los ojos y te vas a un mundo mejor, donde solo tu reinas, donde todo es como tu quisieras. Abres los ojos de nuevo y ahí está otra vez esa puta realidad.

domingo, 17 de octubre de 2010

Sin más

Yo te ignoro, tu me ignoras,
ya no lloro y pasan las horas...
Miro la ventana y recuerdo como me abrazabas,
me hacías sentir la princesa de tus cuentos
me cantabas y yo sentía como me deseabas.
Me decían que mentías, yo no quise escuchar
y por negar la evidencia, ahora ando cual alma en pena
esperando a que vengas, esperando a que vuelvas.
Tu te vas , yo me quedo,
y ahora que ya no estás,
no quiero, ver como con otras te vas,
sin siquiera mirar atrás.
Yo te pienso, tu te ríes
y es que quiero que me acaricies...
es un sentimiento inmenso.
Verte con otras, saber que no me sueñas...
Dime las cosas, tal cual son...
no prometo no llorar, pero sabré escuchar.

martes, 12 de octubre de 2010

Sin retorno

Es un adiós sin palabras, un adiós que se pierde de camino entre tu casa y la mía. Una despedida sin protagonistas que la vivan, porque ya no hay una historia entre nosotros. Ya no queda nada que nos haga permanecer unidos.
Y si me preguntas, si de verdad quieres saber mi opinión, te diré que estoy segura de que esta vez ya no hay marcha atrás, que esta vez no hay más oportunidades, que esta vez se acabó para siempre.
Sé que puede sonar repetitivo, que te he dicho adiós tantas veces, que igual te crees que ya no puedo vivir sin ti...Y quizás sea así y no pueda; pero si algo tengo claro, es que contigo tampoco puedo vivir... Seguimos en esa balanza de ni contigo ni sin ti y no funciona.
Y me duermo y sueño y te veo y me despierto con los ojos llorosos y no dejo de pensar en esa última noche en la que me abrazabas y mientras me dabas un beso en la frente, me decías que siempre me querrías...
Tu tren partió y tu con él... Se te olvidó comprar el billete de vuelta y ahora ya es tarde... Pero de verdad, que te deseo lo mejor.

miércoles, 6 de octubre de 2010

La sorpresa

Llamaste a primera hora de la mañana, despertándome, yo pensé en matarte por teléfono... No sé, mandarte a un matón a sueldo o algo por el estilo, porque no era normal la hora de tu llamadita, sabiendo que yo nunca madrugo... Pero en cuanto reaccioné un poco, cambié las ganas de matarte por la sonrisa tonta de una enamorada.
"En 15 minutos estoy ahí"... No habías ni colgado y yo ya estaba dando un salto enorme para salir de la cama corriendo y meterme en la ducha, para que me diera tiempo a arreglarme un poco y no me piyaras con los pelos de recién levantada. Mientras me duchaba iba pensando cómo si normalmente tardo una hora en estar lista, o incluso más, iba a conseguir estar decente en tan solo 15 míseros minutos.
Salgo de la ducha, me pongo lo primero que piyo del armario, porque claro, con el poco margen de tiempo que tengo, no puedo ni permitirme el lujo de quedarme mirando como una boba el armario deciciendo... (Aquí viene mi secreto... Lo primero que piyo, viene siendo un modelito preparado para casos de emergencia que como toda mujer tengo, en el que tienes que estar ideal, pero sin que parezca que llevas media hora preparándote... (Si supierais que en realidad ese modelito tardé 3 días en elegirlo...)) Eso sí, ¡iba ideal!... Mientras termino de vestirme, voy viendo el desastre que tengo por casa... ¿Cómo voy a recibirle así?... Va a pensar que soy un desastre...
Me quedan como 6 minutos... Aún sin maquillar y sin recoger la casa... Voy metiendo todo lo que piyo a mi alrededor por cajones, armarios, escondiendo las cosas detrás de los muebles... Todo vale para que parezca que está ordenado.
Vale, estoy vestida, maquillada y la casa está decente...Y aún me sobra como un minuto, pero antes de que acabe, tu ya estás llamando a mi timbre... Voy hacia la puerta como buenamente puedo, las piernas empiezan a jugarme malas pasadas, noto como intentasen quedarse quietas mientras mi cerebro las ordena moverse; es algo raro si te paras a pensarlo detenidamente, pero como no tengo tiempo ni para pensar, dejaré este tema para otra ocasión.
Me acerco a la puerta, la abro y le veo, con cara de preocupado... Estaba como si se le fuera a salir el corazón (aunque por un lado es algo bueno, lo tendría en mis manos para que nunca me dejara sola). Le miro y le pregunto que qué le pasaba, que a qué se debían tantas prisas por verme, que no eran horas, bla bla... Empiezo a hacerle una ronda de preguntas, mientras veo como su cara de nerviosismo va en aumento y como si de una cámara lenta se tratase, se acerca a mi para callarme con un beso. ¡Buena respuesta!
Se aleja un poco y cogiéndome de las manos me empieza a decir lo importante que soy para él. Noto como los colores se me van subiendo, mientras me acuerdo de la fantástica idea de una amiga de poner una lamparita de luz roja en el recibidor, para en momentos como este, que no te delaten los colores. Pero claro, el problema está en que mientras el se me está declarando, yo no puedo dejar de pensar en la dichosa lámpara roja...
Y... ¿Qué haces cuando te declaras a alguien y notas que no te escucha, que está como ausente y que le da igual lo que tanto te está costando decir?... Dices adiós, te das la vuelta y te vas... Pues eso es lo que me ha pasado a mí con el que estoy segura, hubiera sido el amor de mi vida.
Creo que para el resto de mi vida me acordaré de la "sorpresa" que me dio.